Ya hemos visto en anteriores entradas la importancia de cuidar los pies en las personas con diabetes y cómo se exploran éstos en la consulta.
En esta entrada veremos cómo se cuidan los pies en casa para ayudar a prevenir las heridas y úlceras de las que hemos estado hablando.
Hay que lavar los pies a diario con un jabón suave y agua templada, sin mantenerlos en remojo más de cinco minutos. Después secarlos cuidadosamente, sobre todo entre los dedos.
Después revisar los pies en busca de alguna herida, rozadura, ampolla o cualquier otra anomalía para poderla detectar pronto y asimismo poner remedio de forma inmediata. Es aconsejable comunicarlo al equipo que habitualmente atiende su diabetes.
Es conveniente aplicar crema hidratante, con especial atención al talón pero no entre los dedos.
Para arreglar la uñas es recomendable usar tijeras romas o limas de cartón, no usar tijeras de punta ni corta uñas u otros instrumentos cortantes. Dejar las uñas rectas suavizando ligeramente las esquinas, y como un milímetro por encima del pulpejo.
No se deben tratar las durezas, ni usar callicidas. En caso de tener problemas de este tipo es necesario acudir a un podólogo.
No caminar descalzo para evitar lesiones inadvertidas, tampoco es adecuado usar bolsas de agua caliente u otros métodos de calor directo para calentar los pies. Es preferible usar calcetines. Estos serán de fibras naturales, cómodos y que no aprieten y sin costuras. Las ligas o elásticos empeoran la circulación, con lo cual es mejor no usarlos.
Los zapatos deben ser cómodos ni demasiado apretados ni demasiado flojos, mejor con cordones, adaptados a los pies, de material transpirable, ligero y flexible, cuero o lona, y es aconsejable comprarlos por las tardes y usarlos al principio de forma progresiva.
Y por supuesto mantener la glucemia en cifras adecuadas, que será la mejor forma de prevenir cualquier trastorno.
Os dejo un vídeo del «Aula de Pacientes» del SACYL en el que se explican las cosas que hemos estado viendo estas últimas semanas.
Las personas con diabetes deben tener un especial cuidado con sus pies, porque lo que llamamos “el pie diabético” es una afección frecuente y potencialmente grave. Según algún estudio, un 15% de los pacientes diabéticos desarrollará a lo largo de su vida problemas en sus pies, que afectan con mayor frecuencia a la población de 45-65 años. Los signos y síntomas clínicos que configuran el pie diabético tienen una prevalencia entre el 8 y el 13%. Las complicaciones son variadas y van desde la aparición de úlceras hasta la gangrena y amputación, lo que nos da una medida de su importancia.
En las consultas de control es necesario hacer periódicamente una valoración del pie, para identificar el riesgo de aparición de problemas.
Lo primero que se verá en la consulta es el estado de higiene del pie, y asimismo la forma en que las uñas están cortadas, si se pueden haber provocado lesiones al cortarlas de forma no adecuada. Se observará el aspecto de la piel, si hay callosidades o durezas, la existencia o no de vello o de sudoración, que nos puede informar si hay lesiones nerviosas o vasculares. También si se ven deformidades óseas que pudieran ser la causa de roces o aparición de heridas, como por ejemplo los juanetes.
Por supuesto también nos fijaremos si ya hay ulceras o heridas y su aspecto, ya que eso es un pie diabético.
Después se hace una exploración neurológica en la que se investiga la sensibilidad vibratoria, (su pérdida suele ser precoz), mediante un diapasón. Éste se pondrá en diferentes partes del pie y se preguntará a la persona si nota la vibración y por cuánto tiempo. También la sensibilidad dolorosa o presora que es de aparición más tardía. Ésta se realiza generalmente con algo que se llama “monofilamento” que es un instrumento exploratorio como un “palito” flexible que por sus características de diseño ejerce una presión siempre constante. También se explorará la sensibilidad térmica con un tubo o cilindro caliente y frío.
Seguidamente se realizará la exploración vascular o del estado de las arterias y venas que irrigan el pie. Se buscarán los pulsos en el pie y la pierna y se puede hacer también una exploración que es el “índice tobillo-brazo” que es una prueba que relaciona la presión arterial sistólica del tobillo y del brazo.
Por supuesto hay pruebas más complejas tanto a nivel neurológico como vascular que se pueden realizar pero estas exploraciones dan suficiente información para poder identificar la salud del pie y el riesgo que tiene de evolucionar hacia el pie diabético.
Dependiendo de los resultados, el profesional tomará las decisiones de explorar con más o menos frecuencia o indicar alguna medida de cuidado del pie, incluso derivar a la persona con diabetes a algún otro profesional que le pueda ayudar u orientar, por ejemplo un podólogo, un cirujano vascular o un neurólogo.
A esto se le añadirán en la consulta las medidas de prevención que nosotros veremos en una entrada futura.
Estas semanas siguientes vamos a hablar de un problema que a veces en verano nos trae de cabeza: los pies. El paso del calzado de invierno al de verano, el uso de sandalias, el caminar más a menudo descalzos en la playa o en el campo… en ocasiones nos trae consigo la aparición de ampollas rozaduras o incluso úlceras.
Aunque no es un problema exclusivo del verano, ya que también calzado estrecho, modelos muy rígidos o existencia de costuras o adornos pueden producirnos esos problemas incluso en invierno.
Tener una rozadura o ampolla en el pie es molesto, además de ser una posible puerta de entrada a las bacterias y poderse producir una infección. Cuando además se asocia a diabetes el problema puede agravarse.
En las entradas de febrero y marzo hablábamos de las complicaciones de la hiperglucemia y comentábamos una entidad que se llama “pie diabético”
¿Qué es el pie diabético?
El pie diabético es una complicación derivada del daño prolongado a los nervios periféricos y a los pequeños vasos del pie por la hiperglucemia mantenida o por la evolución de la diabetes.
No todas las personas con diabetes presentan un “pie diabético”.
Hay personas con diabetes y pies sanos. También hay un estado previo al pie diabético que llamamos pie diabético de riesgo, que es aquel en que ya aparecen signos que indican que debemos mantener una atención y cuidado especial si no queremos que evolucione hacia el pie diabético.
Cuando los nervios que llegan hasta el pie están afectados por la diabetes, se produce lo que llamamos la neuropatía periférica, que en la práctica se puede traducir en varias cosas. Una de ellas es la disminución de la sensibilidad. Así puede suceder que si llevamos un zapato que nos roce, la aparición de dolor nos avisa de que algo malo está pasando. Pero si nuestras terminaciones nerviosas están dañadas y no informan a nuestro cerebro que nuestras preciosas sandalias nuevas nos están haciendo daño, no nos daremos cuenta del problema hasta que tengamos una herida que sangre, o que sea tan importante que la veamos. También lleva aparejada una disminución de la musculatura del pie apareciendo deformidades o prominencias óseas.
Asimismo la alteración de la circulación produce entre otras cosas un menor aporte de oxígeno y nutrientes al pie.
Esto facilita que aparezcan lesiones ulceradas, especialmente entre los dedos, en las uñas o el talón. Cuando esto aparece es cuando decimos que hay un pie diabético.
En siguientes entradas hablaremos de cómo prevenir el pie diabético, las exploraciones que se realizan y los cuidados de los pies.
La llegada del coronavirus ha supuesto para todos una revolución en nuestro modo de vida. La primera semana de marzo estábamos hablando de complicaciones de la diabetes, y a la semana siguiente el covid-19 nos impuso un modo de trabajo que no se parecía a lo que hacíamos hasta ese momento.
Desapareció la atención inmediata a persona con problemas crónicos de salud para posibilitar la atención de aquellos problemas que no podían esperar. Y por supuesto para atender todos esos nuevos problemas que vinieron con la pandemia. Los profesionales de los hospitales, centros de salud y consultorios nos volcamos en identificar y atender a aquellas personas que enfermaron por el covid-19.
Todos hubiéramos querido que la situación hubiera sido otra. Pero era primordial evitar la propagación (sí, aún hubiera podido ser peor) del virus, especialmente entre aquellas personas en las que la infección desarrollaba mayores posibilidades de complicaciones graves.
Todos hemos experimentado emociones relacionadas con las diferentes situaciones que se han dado estos meses. Miedo ante el contagio propio o de nuestros familiares, desorientación al no saber qué hacer, soledad, hastío con el confinamiento…
Yo me he encontrado personas con diabetes que se acercaban a las consultas del centro de salud que no entendían por qué no podían salir de casa. En especial esos primeros días del confinamiento. Decían que al no poder caminar incrementaban sus glucemias… Y es cierto. Pero ha habido otras personas con diabetes que entendieron que si bajaba la actividad física, era preciso ajustar las otras patas del taburete, para que éste no cojeara. Y que una persona con diabetes, sobre todo si llevaba muchos años con ella, era una persona con un alto riesgo de complicaciones asociadas a la infección por coronavirus. Y, esto es opinión mía, aunque sé que hay muchos expertos que opinan igual, creo que la forma más eficaz que teníamos para luchar contra esta pesadilla, que para muchos ha supuesto el covid-19, es el confinamiento.
Cuando esas personas que venían a decirnos que necesitaban salir a la calle porque les subían las glucemias, les intentábamos recordar que si no se podía hacer caminatas, había que echar imaginación para hacer otros ejercicios en casa y, por supuesto, reducir la ingesta. Y si era necesario, se les ajustaba la medicación.
Guías como ésta y otras nos han ayudado a cuidar y a cuidarnos mejor.
Estas dos semanas anteriores hemos hablado de las complicaciones agudas de la diabetes, entendiendo por agudas aquellas que se instauran con cierta rapidez y producen problemas que hay que solucionar de forma urgente.
A partir de hoy vamos a ver una serie de problemas que llamamos complicaciones crónicas de la hiperglucemia. Éstas son situaciones relacionadas con el aumento de los niveles de glucosa en sangre, aun en el caso de que no sean muy grandes, pero sí mantenidos en el tiempo. Cuanto más altos sean esos niveles de azúcar, o cuanto más tiempo se lleve con ellos, más posibilidades hay de que aparezcan estas complicaciones. También están muy relacionados con la existencia o no de otros factores como la tensión arterial elevada, el exceso de colesterol en sangre, el consumo de tabaco o el exceso de peso corporal. Su inicio es lento y pasa mucho tiempo, generalmente años, antes de que se manifiesten en diferentes síntomas.
No siempre se puede evitar su aparición pero sí es cierto que un control glucémico adecuado la retrasa y ayuda a que la aparición de los síntomas sea más lenta.
Estás complicaciones crónicas generalmente se han dividido en dos grupos, las llamadas macrovasculares, que son las que afectan a las arterias en general, produciendo enfermedad cardíaca coronaria, cerebrovascular y vascular periférica, y las microvasculares, en las que se incluyen aquellas en que están afectados los pequeños vasos del ojo ( dando lugar a la retinopatía), del riñon (nefropatía) y también la afectación de los nervios periféricos que llevan las conducciones nerviosas entre el cerebro y las distintas partes del cuerpo y que se llama neuropatía. También se ven afectadas las encías y los dientes teniendo las personas con diabetes un mayor riesgo de padecer enfermedad periodontal, así como las células cerebrales (hay estudios que relacionan diabetes y deterioro cognitivo) y así mismo problemas en la piel.
Por ultimo, hay un problema que llamamos el pie diabético, que aparecería como consecuencia de la afectación nerviosa y de los vasos sanguíneos, que es de gran importancia para las personas con diabetes y del que hablaremos también en su momento.
Estas llamadas complicaciones crónicas nos dan una visión de la importancia y la trascendencia del buen control.
Muchas veces, a las personas con diabetes no les preocupa estar por encima de cifras normales de glucemia pensando que “no pasa nada” porque se encuentran bien, no tienen síntomas, o a veces por miedo a una hipoglucemia prefieran mantenerse en cifras altas.
En otras ocasiones, se pierde la motivación o las ganas de cuidarse, en épocas más complicadas a diferentes niveles. Como decía arriba, cuanto más altos sean los niveles de glucosa en sangre y cuanto más tiempo se mantengan esos niveles altos más posibilidades de encontrarse por el camino con alguno de estos problemas.
Y qué se puede hacer…
Gran parte de la solución está en vuestras manos.
Es imprescindible mantener la glucosa en las cifras adecuadas, con la alimentación adecuada, con el ejercicio y la toma de la medicación que os haya prescrito vuestro médico, acudir periódicamente a los controles que os fije vuestro equipo sanitario y no hacer cambios sin consultar, y también mantener “a raya” los otros factores de riesgo que comentábamos arriba (tensión arterial, colesterol, tabaco…).
La definición de la diabetes es la de aquella enfermedad cuya característica principal es una glucemia elevada, así que puede parecer que diabetes y glucemia alta son lo mismo.
En realidad la diabetes aparece por una deficitaria utilización de la glucemia en sangre que normalmente se presenta como hiperglucemia pero también pueden darse bajadas del azúcar, como hemos visto las dos semanas anteriores
Después de haber hablado de las hipoglucemias a alguien le puede parecer que si las hipoglucemias pueden ser tan temibles, es mejor “vivir” con los niveles de azúcar altos para no caer en el riesgo de una bajada. Pero no es así. También los niveles de azúcar por encima de los objetivos de control tiene sus complicaciones, a corto, medio y largo plazo. (os recomiendo leer el articulo siguiente del blog «reflexiones de un jedi azucarado» https://www.jediazucarado.com/miedo-hipoglucemia-hiperglucemia)
Hoy y las siguientes semanas vamos a hablar de la hiperglucemia y de sus efectos.
Las personas con diabetes pueden presentar hiperglucemias por múltiples causas. Generalmente están debidos a un aumento de la ingesta de hidratos de carbono, bien de forma transitoria o de forma continuada, un insuficiente nivel de ejercicio físico o un inadecuado tratamiento. Pero también pueden deberse a otras causas entre las que destacan las enfermedades infecciosas (por ejemplo una infección de orina) o alguna medicación (por ejemplo corticoides) tomada por otros motivos.
Saltarse una dosis de la medicación o haberse administrado una cantidad insuficiente de insulina.
Haber ingerido más hidratos de carbono de los recomendados en la dieta o de los que la medicación puede asimilar.
Realizar menos actividad física de la habitual.
Haber tratado en exceso una hipoglucemia.
Tener estrés o una enfermedad infecciosa.
La hiperglucemia puede ser de instauración brusca, en pocas horas o días, generalmente se pasa de cifras normales a cifras altas o muy altas y puede dar lugar a lo que llamamos “complicaciones agudas de la hiperglucemia” (hablaremos de ellas la semana que viene).
También la hiperglucemia puede ser mantenida en el tiempo, con cifras menos elevadas aunque siempre por encima de niveles adecuados, y dar menos sintomas o menos intensos, pero también lleva aparejadas complicaciones que son las que llamamos “complicaciones crónicas de la diabetes” (hablaremos de ellas en semanas sucesivas).
Cada persona puede notar los síntomas de la hiperglucemia de una manera, porque además depende mucho del nivel de la glucemia en sangre, además de otros parámetros, pero muchas veces se notan los siguientes:
Estos síntomas nos indican que hay que acudir a consultar. Si tenemos un medidor de glucemia puede hacerse una determinación para comprobar la cifra. También puede ser necesario determinar la aparición de cetonas. Cuanto más intensos sean los síntomas más rápido habrá que hacer la consulta.
Cuando se instaura una descompensación diabética aparecen nauseas y vómitos, el hambre es sustituido por inapetencia y empeora la fatiga. El olor a acetona es perceptible en la orina y en el vómito.
Es una situación que requiere atención médica urgente. No hay que abandonar la medicación antidiabética, a pesar del vómito.
Si se presentan palpitaciones, respiración agitada y somnolencia, será necesario acudir de forma inmediata a urgencias o llamar a emergencias, pues puede tratarse de una complicación grave.
El tratamiento de las hiperglucemias dependerá de qué es lo que las haya causado. Si se producen de forma habitual será necesario realizar uncambio en la pauta de la medicación, la dieta o la cantidad de actividad física realizada.
Ante un aumento puntual del nivel de glucosa en sangre, las medidas a tomar dependerán de la duración y la gravedad de los síntomas así como también de la causa que la haya producido.
Consulta con el médico sobre cómo manejar el nivel de azúcar en sangre y aprende cómo los distintos tratamientos pueden ayudarte a mantener los niveles de glucosa dentro del rango objetivo. Pueden ser eficaces los siguientes tratamientos:
Realizar actividad física.
Toma los medicamentos como te lo hayan indicado.
Respeta tu plan de alimentación para la diabetes.
Controla tu nivel de azúcar en sangre.
Ajusta tus dosis de insulina para controlar la hiperglicemia.
Si los síntomas son muy intensos o de rápida aparición y se dan las situaciones arriba comentadas, el tratamiento deberá ser en un servicio médico.
Ante cualquier duda habla con tu equipo de profesionales. Ellos te explicarán claramente lo que hacer y cuándo hacerlo.
Como conclusión diría que una de las formas de evitar las alteraciones en la cifra de azúcar en sangre es cuidar la alimentación, la actividad física, cumplir el tratamiento, aprender mucho sobre diabetes y acudir a tus profesionales de referencia cuando sea preciso. Puede haber otros factores que escapen a nuestro control, pero es conveniente actuar sobre los que sí podemos manejar.
Aquella que uno puede tratar por sí mismo y la glucemia remonta fácilmente.
Moderada
Es posible tratarla uno mismo. En este caso el organismo reacciona produciendo síntomas (palidez, temblor..) que permiten tomar las decisiones adecuadas.
Inadvertida
En ocasiones se producen hipoglucemias que el organismo “no detecta”. Se notan cuando ya aparecen los síntomas como la confusión, el mareo y la debilidad, sin que haya habido sensaciones de advertencia (temblor, sudoración, malestar). Estas pueden ser debidas a un control deficiente que provoca que aparezcan muchas hipoglucemias y con el tiempo el organismo se va “acostumbrando” (por explicarlo de una manera sencilla) a ellas y no pone en marcha los mecanismos contrarreguladores o lo hace cada vez más tarde.
Grave
Los síntomas son tan severos que imposibilitan a la persona para reaccionar. Se precisa una segunda persona para ayudar a remontar la hipoglucemia. Se puede producir pérdida de conciencia y convulsiones.
Retrasada
Es un término que se utiliza para definir aquellas hipoglucemias que se producen entre 4 y 24 horas después de haber hecho ejercicio físico. Esto se debe a que durante el ejercicio se ha utilizado la reserva de glucógeno del hígado. Esta reserva tiende a “rellenarse” después del ejercicio lo que podría causar una hipoglucemia.
¿Cómo se pueden prevenir las hipoglucemias?
Es muy importante prevenir las hipoglucemias, de esta manera mantendremos la capacidad de nuestro cuerpo de reaccionar ante ellas de manera intacta. He aquí una serie de consejos:
Comentar con tus profesionales sanitarios de referencia la posibilidad de que presentes hipoglucemias según el tratamiento que lleves. No presentan el mismo riesgo las personas con diabetes tipo 1 que las de tipo 2, y es completamente distinto dependiendo del tratamiento que se lleve.
Mantener los horarios de ingesta y el tipo de alimentos lo más regulares posibles.
El beber alcohol aumenta significativamente la aparición de hipoglucemias, si se toman bebidas alcohólicas será necesario estar más pendientes, sobre todo por la noche y tomar hidratos de carbono de absorción lenta.
Llevar un buen autocontrol y estar el mayor tiempo posible en cifras de glucosa adecuadas a tu objetivo control
Planificar el ejercicio para poder ajustar la dosis de insulina y alimentación.
Realizar un programa de ejercicio físico previa revisión médica y diseñado según sus circunstancias individuales.
Incrementar el aporte de hidratos de carbono antes del ejercicio. Si tiene tratamiento farmacológico y la glucemia previa es <100 mg/dl, es recomendable realizar una pequeña ingesta 15-20 minutos antes de comenzar la actividad.
Ajustar sus horarios de comida y realizar el ejercicio después de haber ingerido los alimentos siempre que sea posible.
No realice ejercicio físico solo, especialmente si la sesión va a durar más de una hora.
A la hora de pinchar la insulina en una zona con poca grasa subcutánea coger un pellizco, de esta manera evitaremos inyectar sobre músculo que favorecería una absorción de la insulina mucho más rápida. En este sentido es importante usar unas agujas de longitud adecuada, que no sean demasiado largas. Una vez más habla con tu enfermer@.
Hacerse los autocontroles de glucemia de forma adecuada, cuando te los hayan indicado.
Otras consideraciones importantes
Cuando tienes diabetes, los episodios de bajo nivel de azúcar en sangre son incómodos y pueden causar temor. Los episodios reiterados de hipoglucemia pueden hacer que te apliques menos insulina para asegurarte de que tu nivel de azúcar en sangre no baje demasiado. Pero los niveles elevados de azúcar en sangre a largo plazo pueden ser peligrosos también, y posiblemente causar daños a los nervios, los vasos sanguíneos y diversos órganos. Es importante estar en cifras adecuadas de glucemia para garantizar un óptima calidad de vida, en el momento y en el futuro.
Si tienes diabetes, cumple cuidadosamente el plan de tratamiento. Si estás tomando medicamentos nuevos, cambiando tus horarios de comida o medicación o agregando ejercicios nuevos, habla con tu equipo sanitario sobre cómo estos cambios pueden afectar tu tratamiento de la diabetes y tu riesgo de nivel bajo de azúcar en sangre.
En numerosas ocasiones con las personas con diabetes se habla de las bajadas de azúcar o hipoglucemias.
La hipoglucemia es efectivamente una bajada de los niveles de glucosa en sangre por debajo de 70mg/dl.
Se produce por diferentes motivos entre los que destacan:
Dosis de insulina excesiva.
Insuficientes hidratos de carbono en las comidas.
Comidas retrasadas en el tiempo.
Ejercicio extra para la dosis de insulina administrada.
Algunos antidiabéticos orales también pueden causar hipoglucemia.
Administración de la insulina en músculo en lugar de en tejido subcutáneo.
Errores en la administración de insulina (administrar insulina rápida en lugar de retardada, o errores de dosis).
Bañarse o ducharse con agua muy caliente poco después de haberse pinchado la insulina.
Síntomas de hipoglucemia
imagen tomada de Fundación para la diabetesimagen tomada de Fundación para la diabetes
Los síntomas de hipoglucemia se dividen en dos grupos: los originados en el cerebro como consecuencia de la falta de azúcar, ya que el sistema nervioso se resiente mucho por la falta de glucosa, y los relacionados con los intentos del cuerpo por mantener unos niveles de glucosa normales. Los primeros en producirse son los que intentan restablecer los niveles de glucosa y son: palidez, sudor frío, irritabilidad, hambre, temblor, nauseas, palpitaciones, ansiedad.
Posteriormente se producirán los síntomas causados por el déficit de glucosa en el cerebro: falta de concentración, confusión, mareo y debilidad, dolor de cabeza, visión doble o borrosa, sensación de calor o de frío, alteración de la conducta, alteración de la memoria a largo plazo, marcha inestable, falta de coordinación, lapsus de conciencia, convulsiones.
Cómo tratar los niveles bajos de glucemia: Cuando los niveles de glucemia son bajos, el objetivo está muy claro: hay que subirlos.
Se suele recomendar la “regla 15/15” como recordatorio, que significa consumir 15 gramos de carbohidratos, esperar de 15 minutos y controlar los valores de nuevo.
Repite este proceso tantas veces como sea necesario. 15 gramos de carbohidratos, son por ejemplo:
150 ml o 3/4 vaso de refresco con azúcar
½ vaso de zumo de fruta
3 cucharaditas o 15 ml de azúcar o miel, mejor diluidas en agua o leche
Tabletas premedidas de glucosa o gel de glucosa (de venta en farmacias o algunas tiendas de deportes)
Una vez que los valores de glucemia se han estabilizado dentro de un rango seguro, ingiere carbohidratos de larga duración, como pueden ser un sándwich, yogur o fruta.
Hay algunas hipoglucemias que por diversos motivos como puede ser rápida instauración, no dar síntomas, (hablaremos de esto la semana que viene) o no haberlas prestado atención pueden llegar a una situación de especial gravedad y provocar una pérdida de conciencia. En estos casos NO se debe intentar dar alimentos a la persona. Hay que utilizar un medicamento inyectable (la industria farmacéutica está investigando otras posibilidades, pero por ahora esto es lo que se puede usar) llamado GLUCAGON. El glucagón es en realidad otra hormona que segrega el páncreas, y su acción es contraria a la de la insulina, produciendo un aumento del nivel de glucosa en sangre. Tu equipo sanitario te informará de si es necesario que lo tengas y en ese caso de cómo se usa. Generalmente las personas con diabetes tipo 2 es difícil que hagan hipoglucemias si siguen unas reglas básicas de cuidado, a no ser que se pongan insulinas rápidas.
Una vez se haya recuperado la conciencia en unos 10 o 15 minutos, hay que aplicar las fases del tratamiento de la hipoglucemia que se han explicado con anterioridad.
La semana que viene seguiremos con este tema, ya que hay más cosas que comentar.
Después del paréntesis navideño, vuelvo a estar con vosotros con energias renovadas. Espero que hayáis pasado unos días agradables y que os hayáis tratado bien durante estas fiestas.
Vamos a ver en ésta y en las entradas siguientes una serie de cuestiones relacionadas con las cifras: criterios de diagnóstico de diabetes y cifras de normoglucemia, hiperglucemia e hipoglucemia. También hablaremos más en profundidad de las hiper e hipoglucemias.
Con frecuencia me preguntan en la consulta cuáles son las cifras “normales” de glucosa en sangre.
Estas cifras varían si ya hay un diagnóstico de diabetes o no. Quiero decir que las personas que no tiene diabetes tienen cifras por debajo de éstas que más abajo os comento, pero cuando se tiene ya el diagnostico las cifras “normales” o mejor, los llamados “objetivos de control” se ajustan individualmente.
Lo primero que quiero decir es que el diagnóstico de diabetes, como de cualquier otra enfermedad, debe estar hecho por un médico.
Cuando la glucosa está alta en sangre, es frecuente que se produzcan una serie de síntomas que son muy característicos de este problema, y que pueden alertarnos ante la posibilidad de que la diabetes esté presente.
Son los siguientes:
Necesidad de orinar con mucha frecuencia, también llamada poliuria.
Tener mucha sed: polidipsia.
Tener mucha hambre: polifagia.
También suele aparecer debilidad, pérdida de peso y molestias digestivas.
No obstante, la diabetes mellitus tipo 2 puede no presentar síntomas durante años y diagnosticarse por un análisis de forma casual. Para confirmar el diagnóstico se deberán realizar analíticas de sangre.
Existen actualmente cuatro formas de diagnosticar la diabetes mellitus mediante analítica de sangre:
La aparición de síntomas descritos antes y una analítica con niveles de glucosa iguales o mayores a 200 mg/dl.
Una analítica en ayunas de al menos ocho horas antes de la extracción que detecta niveles de glucosa en sangre iguales o superiores a 126 mg/dl.
Realizando un test de sobrecarga oral, consistente en tomar 75 g de glucosa diluida en agua y permanecer en reposo durante las dos horas siguientes. A continuación, se miden las cifras de glucosa y se comparan con las tomadas antes de la prueba. Unas cifras iguales o superiores a 200 mg/dl confirmarían el diagnóstico de diabetes.
Mediante una analítica especial que nos dice cómo han estado los niveles de glucosa en la sangre en los últimos 3 meses que se llama Hemoglobina glicosilada, y que si es igual o superior a 6,5% el diagnóstico de diabetes está establecido.
Si vuestro médico sospecha que podéis tener diabetes, seguramente os pedirá una de estas cuatro pruebas, que le servirá para decidir.
En semanas siguientes seguiremos hablando de cifras.
Hoy víspera de Nochebuena os voy a dejar un enlace del blog de unas compañeras de Salamanca. ¡¡¡Información de la buena!!!
Este blog lo hacen las residentes de Enfermería Familiar y Comunitaria de Salamanca, que se convertirán después de dos años de formación en enfermeras especialistas. Como podéis leer en mi perfil yo tutorizo en mi ciudad a enfermeras en formación de esa especialidad. La enfermería especializada busca la excelencia en el desempeño de nuestra profesión, y estas compañeras con su decisión y buen hacer han puesto en marcha, hace ya un tiempo, este proyecto que cuenta con el aval de la Unidad Docente Multiprofesional de Atención Familiar y Comunitaria y de la Gerencia de Atención Primaria de Salamanca.
Este articulo titulado «Navidades y Diabetes bajo control» es estupendo.
Yo me tomaré unas pequeñas vacaciones hasta después de Reyes y después seguiré publicando posts.