La miel y la diabetes

En ocasiones me encuentro en la consulta con que algunas personas con diabetes que no usan azúcar emplean, sin embargo, miel de forma habitual, aún después de saber su diagnóstico de diabetes. Muchas piensan que al ser un alimento “natural” no tiene trascendencia en el control metabólico. Otros la usan por sus probables beneficios frente a la tos, el catarro u otros problemas de salud.

La miel está compuesta fundamentalmente por dos azucares simples glucosa + fructosa, que es exactamente la composición de la sacarosa o azúcar común (ver entrada del día 3 de Octubre del 2019). En su ruta desde la boca hasta la sangre terminan exactamente de la misma forma. Es cierto que la miel tiene alguna caloría menos que el azúcar (399 frente a 302 cada 100 gramos y eso se debe a la presencia de agua en la miel. La diferencia de tomar una cucharadita de azúcar o de miel es de tan solo 5 calorías. También es cierto que el azúcar no tiene hierro o vitamina B3 que sí están presentes en la miel pero ésta presenta un relativamente alto contenido en sodio que las personas con tensión arterial alta deben evitar.

Otro mito en relación a la miel es que tiene un índice glucémico poco elevado (ver entrada del 23 de octubre de 2019). Dependiendo de tablas el IG de la miel oscila alrededor de 65 mientras que la del azúcar común es de aproximadamente 70. Esto tampoco nos marca una diferencia entre ambos productos.

Yo no digo que la miel sea “mala”, al contrario. La miel es un producto natural, de sabor agradable y que sirve para endulzar. Tampoco pienso que el azúcar sea “malo”. 

Lo que sí pienso es que para un adecuado control glucémico se deben evitar la ingesta de todos los azucares simples de rápida absorción, al menos de forma regular. 

Estamos hablando de diabetes.

Hay estudios, pocos, referentes a la repercusión sobre los parámetros analíticos de una dieta que incluya de manera habitual la miel. Hay uno del Centro de Investigación de Endocrinología y Metabolismo, Ciencias Médicas de la Universidad de Teherán (Irán) en el que llegan a la siguiente conclusión: “Los resultados de este estudio demuestran que el consumo de miel durante 8 semanas puede proporcionar efectos beneficiosos sobre el peso corporal y los lípidos en sangre de los pacientes diabéticos. Sin embargo, dado que se observó un aumento en los niveles de hemoglobina A (1C), se recomienda el consumo cauteloso de este alimento por parte de pacientes diabéticos.”

A mí me parece que esta conclusión es muy importante. El hecho de que suba la hemoglobina glicosilada quiere decir que se está menos tiempo en cifras adecuadas de control. Y estar menos tiempo en cifras adecuadas de control incrementa la aparición y la velocidad de instauración de las complicaciones de la diabetes. En el día a día,vemos que los personas con diabetes que eliminan de su dieta habitual el azúcar, la miel o los productos que las llevan incluidos, tienen un mejor control metábolico.

Os dejo unas paginas en la red para ampliar información.

http://www.endocrino.cat/es/blog-endocrinologia.cfm/ID/10665/ESP/-de-bueno-y-malo-hay-miel-.htm

https://diabetesmadrid.org/10-falsos-mitos-de-la-diabetes-7-un-diabetico-puede-comer-miel-porque-es-un-alimento-natural/

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19817641

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Muchos saludos

Los pies en casa

Ya hemos visto en anteriores entradas la importancia de cuidar los pies en las personas con diabetes y cómo se exploran éstos en la consulta.

En esta entrada veremos cómo se cuidan los pies en casa para ayudar a prevenir las heridas y úlceras de las que hemos estado hablando.

Hay que lavar los pies a diario con un jabón suave y agua templada, sin mantenerlos en remojo más de cinco minutos. Después secarlos cuidadosamente, sobre todo entre los dedos.

Después revisar los pies en busca de alguna herida,  rozadura, ampolla o cualquier otra anomalía para poderla detectar pronto y asimismo poner remedio de forma inmediata. Es aconsejable comunicarlo al equipo  que habitualmente atiende su diabetes.

Es conveniente aplicar crema hidratante, con especial atención al talón pero no entre los dedos.

Para arreglar la uñas es recomendable usar tijeras romas o limas de cartón, no usar tijeras de punta ni corta uñas u otros instrumentos cortantes. Dejar las uñas rectas suavizando ligeramente las esquinas, y como un milímetro por encima del pulpejo.

No se deben tratar las durezas, ni usar callicidas. En caso de tener problemas de este tipo es necesario acudir a un podólogo.

No caminar descalzo para evitar lesiones inadvertidas, tampoco es adecuado usar bolsas de agua caliente u otros métodos de calor directo para calentar los pies. Es preferible usar calcetines. Estos serán de fibras naturales, cómodos y que no aprieten y sin costuras. Las ligas o elásticos empeoran la circulación, con lo cual es mejor no usarlos.

Los zapatos deben ser cómodos ni demasiado apretados ni demasiado flojos, mejor con cordones, adaptados a los pies, de material transpirable, ligero y flexible, cuero o lona, y es aconsejable comprarlos por las tardes y usarlos al principio de forma progresiva.

Y por supuesto mantener la glucemia en cifras adecuadas, que será la mejor forma de prevenir cualquier trastorno.

Os dejo un vídeo del «Aula de Pacientes» del SACYL en el que se explican las cosas que hemos estado viendo estas últimas semanas.

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El pie en la consulta

Las personas con diabetes deben tener un especial cuidado con sus pies, porque lo que llamamos “el pie diabético” es una afección frecuente y potencialmente grave. Según algún estudio, un 15% de los pacientes diabéticos desarrollará a lo largo de su vida problemas en sus pies, que afectan con mayor frecuencia a la población de 45-65 años. Los signos y síntomas clínicos que configuran el pie diabético tienen una prevalencia entre el 8 y el 13%. Las complicaciones son variadas y van desde la aparición de úlceras hasta la gangrena y amputación, lo que nos da una medida de su importancia.

En las consultas de control es necesario hacer periódicamente una valoración del pie, para identificar el riesgo de aparición de problemas.

Lo primero que se verá en la consulta es el estado de higiene del pie, y asimismo la forma en que las uñas están cortadas, si se pueden haber provocado lesiones al cortarlas de forma no adecuada.
Se observará el aspecto de la piel, si hay callosidades o durezas, la existencia o no de vello o de sudoración, que nos puede informar si hay lesiones nerviosas o vasculares. También si se ven deformidades óseas que pudieran ser la causa de roces o aparición de heridas, como por ejemplo los juanetes.

Por supuesto también nos fijaremos si ya hay ulceras o heridas y su aspecto, ya que eso es un pie diabético.

Después se hace una exploración neurológica en la que se investiga la sensibilidad vibratoria, (su pérdida suele ser precoz), mediante un diapasón. Éste se pondrá en diferentes partes del pie y se preguntará a la persona si nota la vibración y por cuánto tiempo. También la sensibilidad dolorosa o presora que es de aparición más tardía. Ésta se realiza generalmente con algo que se llama “monofilamento” que es un instrumento exploratorio como un “palito” flexible que por sus características de diseño ejerce una presión siempre constante. También se explorará la sensibilidad térmica con un tubo o cilindro caliente y frío.


Seguidamente se realizará la exploración vascular o del estado de las arterias y venas que irrigan el pie. Se buscarán los pulsos en el pie y la pierna y se puede hacer también una exploración que es el “índice tobillo-brazo” que es una prueba que relaciona la presión arterial sistólica del tobillo y del brazo.

Por supuesto hay pruebas más complejas tanto a nivel neurológico como vascular que se pueden realizar pero estas exploraciones dan suficiente información para poder identificar la salud del pie y el riesgo que tiene de evolucionar hacia el pie diabético.

Dependiendo de los resultados, el profesional tomará las decisiones de explorar con más o menos frecuencia o indicar alguna medida de cuidado del pie, incluso derivar a la persona con diabetes a algún otro profesional que le pueda ayudar u orientar, por ejemplo un podólogo, un cirujano vascular o un neurólogo.

A esto se le añadirán en la consulta las medidas de prevención que nosotros veremos en una entrada futura.

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Qué pasa con los pies

Estas semanas siguientes vamos a hablar de un problema que a veces en verano nos trae de cabeza: los pies. El paso del calzado de invierno al de verano, el uso de sandalias, el caminar más a menudo descalzos en la playa o en el campo… en ocasiones nos trae consigo la aparición de ampollas rozaduras o incluso úlceras.

Aunque no es un problema exclusivo del verano, ya que también calzado estrecho, modelos muy rígidos o existencia de costuras o adornos pueden producirnos esos problemas incluso en invierno.

Tener una rozadura o ampolla en el pie es molesto, además de ser una posible puerta de entrada a las bacterias y poderse producir una infección. Cuando además se asocia a diabetes el problema puede agravarse.

En las entradas de febrero y marzo hablábamos de las complicaciones de la hiperglucemia y comentábamos una entidad que se llama “pie diabético”

¿Qué es el pie diabético?

El pie diabético es una complicación derivada del daño prolongado a los nervios periféricos y a los pequeños vasos del pie por la hiperglucemia mantenida o por la evolución de la diabetes. 

No todas las personas con diabetes presentan un “pie diabético”.

Hay personas con diabetes y pies sanos. También hay un estado previo al pie diabético que llamamos pie diabético de riesgo, que es aquel en que ya aparecen signos que indican que debemos mantener una atención y cuidado especial si no queremos que evolucione hacia el pie diabético.

Cuando los nervios que llegan hasta el pie están afectados por la diabetes, se produce lo que llamamos la neuropatía periférica, que en la práctica se puede traducir en varias cosas. Una de ellas es la disminución de la sensibilidad. Así puede suceder que si llevamos un zapato que nos roce, la aparición de dolor nos avisa de que algo malo está pasando. Pero si nuestras terminaciones nerviosas están dañadas y no informan a nuestro cerebro que nuestras preciosas sandalias nuevas nos están haciendo daño, no nos daremos cuenta del problema hasta que tengamos una herida que sangre, o que sea tan importante que la veamos. También lleva aparejada una disminución de la musculatura del pie apareciendo deformidades o prominencias óseas.

Asimismo la alteración de la circulación produce entre otras cosas un menor aporte de oxígeno y nutrientes al pie.

Esto facilita que aparezcan lesiones ulceradas, especialmente entre los dedos, en las uñas o el talón. Cuando esto aparece es cuando decimos que hay un pie diabético.

En siguientes entradas hablaremos de cómo prevenir el pie diabético, las exploraciones que se realizan y los cuidados de los pies.

Un artículo sobre obesidad, diabetes y coronavirus

En la página web de la “Fundación para la diabetes” he leído un artículo que me ha parecido muy interesante. Os lo resumo y os dejo el enlace para que lo leáis tranquilamente, merece la pena.

https://www.fundaciondiabetes.org/coronavirus/articulo/280/la-obesidad-y-el-sobrepeso-durante-el-confinamiento

Este artículo se titula “La obesidad y el sobrepeso durante el confinamiento” y su autor es el Dr. Asier Martínez, Asesor en Educación Alimentaria y Dietética Dietista-Nutricionista, Máster en Nutrición Clínica, Doctor en Investigación Clínica y Profesor de la Universidad de Alicante

Es sabido que en esta sociedad donde vivimos el sobrepeso y la obesidad se han convertido en un grave problema de salud en muchos casos. Cuando engordamos no le damos importancia, y no nos damos cuenta que va más allá de la cuestión estética, además aumenta el riesgo de padecer determinadas enfermedades como son las enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares), diabetes, trastornos del aparato locomotor, sobretodo todas aquellas que afectan a las articulaciones y también algunos tipos de cáncer (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).

En ocasiones es muy complicado elegir sabiamente entre las opciones que tenemos para comer, tenemos un exceso de adicción de azucares, harinas refinadas y grasas.

En estos meses que hemos estado confinados en muchos casos se ha producido un desequilibrio entre lo que se ha ingerido y lo que se ha gastado, además se han asociado sentimientos de ansiedad o depresión que pueden llevar a un aumento de la ingesta sobretodo de alimentos más calóricos y una pérdida de motivación para el ejercicio.

Un estilo de vida sedentario y una mala alimentación pueden acelerar y precipitar la aparición de la diabetes. Se puede determinar que un altísimo porcentaje de diabéticos tipo 2 presentan sobrepeso u obesidad, algo que pudo desencadenar la aparición de la enfermedad incluso de forma temprana. Una historia familiar de la enfermedad y el exceso de peso son los factores de riesgo fundamentales para desarrollarla.

Un estudio que ha sido publicado en The Lancet determina que la obesidad agrava el pronóstico de coronavirus en personas jóvenes que contraen el Covid-19. Si la persona presenta sobrepeso la enfermedad le puede afectar tan negativamente como a una persona de alta edad de unos 60 o 70 años.

La investigación se realizó en 265 pacientes a finales de marzo en varios hospitales de Estados Unidos y los hallazgos refuerzan otras investigaciones recientes que indican que la obesidad es uno de los mayores factores de riesgo de la enfermedad grave por Covid-19.

Establece que varios mecanismos podrían explicar por qué la obesidad predispone a los pacientes con Covid-19 a enfermedades graves. Por un lado, la obesidad ejerce una presión adicional en el diafragma mientras se está acostado en la espalda, restringiendo la respiración.

Se intuye que el exceso de grasa se asocia con un estado pro-inflamatorio, que podría aumentarse ante la infección por el virus. Además, el receptor de la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE-2) al que se adhiere el virus del SARS-CoV-2 que causa el Covid-19 se expresa en cantidades más altas en el tejido graso que en los pulmones.

Conclusiones

La falta de actividad física y la mala alimentación promueven el sobrepeso y la obesidad.

La obesidad y el sobrepeso aumentan las posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 y a edades más tempranas (incluso en adolescentes o niños).

La obesidad y el sobrepeso empeoran el pronóstico de la enfermedad Covid-19, sufriendo el mismo riesgo, una vez contraída, que las personas mayores de 60 o 70 años.

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Covid-19 y diabetes

Parece que diferentes estudios que se están realizando desde que empezó la pandemia, demuestran que las personas con diabetes  enferman con una mayor severidad si se contagian del nuevo coronavirus. Aunque aún no se ha determinado si las propiedades intrínsecas del SARS-CoV-2 interactúan con la diabetes y hacen que las presentaciones sean más severas, o es debido al desajuste del control glucémico que toda infección provoca. Puede ser, también, que haya una relación entre las propiedades virulentas del SARS-CoV-2 y el control glucémico deficiente en los pacientes con diabetes, contribuyendo directamente a la morbilidad y la mortalidad por el COVID-19. 

En general las personas con diabetes son más propensas a las infecciones víricas que aquellas que no lo son. Se sabe que la hiperglucemia es capaz de aumentar la gravedad de las infecciones virales. Según estudios in vitro de la gripe, también puede promover la multiplicación viral. Otra hipótesis que se maneja es que la diabetes pueda alterar algún receptor donde se fijaría el covid-19.

También es sabido que la infección aguda es un desencadenante de la cetoacidosis diabética (ver entrada «cuerpos cetónicos» en este blog ). El COVID-19 puede predisponer a los pacientes a una hiperglucemia y cetoacidosis graves como cualquier otra infección aguda o puede aumentar el riesgo.

También se ha estudiado si la infección por coronavirus puede producir diabetes. Se ha hecho un estudio con 39 pacientes con SARS sin antecedentes de diabetes. Veinte de ellos desarrollaron diabetes, todos menos dos de forma transitoria.

(Tomado de  «Link Between Diabetes and COVID-19 Is Credible, but Clinical Implications Are Unclear,» published in Advances in Motion on May 7, 2020)

¿Por qué estoy dando estos datos?

Porque una vez más, quiero enfatizar la importancia de un buen control glucémico como la mejor manera de vivir con la diabetes.

Porque creo que es muy importante que nos protejamos en la medida que podamos de la infección por el covid-19, usando las medidas de prevención frente al contagio.

Y, por favor, USA MASCARILLA, CUANTO MÁS MEJOR.

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Muchos saludos.

Hola, he vuelto.

La llegada del coronavirus ha supuesto para todos una revolución en nuestro modo de vida. La primera semana de marzo estábamos hablando de complicaciones de la diabetes, y a la semana siguiente el covid-19 nos impuso un modo de trabajo que no se parecía a lo que hacíamos hasta ese momento. 

Desapareció la atención inmediata a persona con problemas crónicos de salud para posibilitar la atención de aquellos problemas que no podían esperar. Y por supuesto para atender todos esos nuevos problemas que vinieron con la pandemia. Los profesionales de los hospitales, centros de salud y consultorios nos volcamos en identificar y atender a aquellas personas que enfermaron por el covid-19. 

Todos hubiéramos querido que la situación hubiera sido otra. Pero era primordial evitar la propagación (sí, aún hubiera podido ser peor) del virus, especialmente entre aquellas personas en las que la infección desarrollaba mayores posibilidades de complicaciones graves. 

Todos hemos experimentado emociones relacionadas con las diferentes situaciones que se han dado estos meses. Miedo ante el contagio propio o de nuestros familiares, desorientación al no saber qué hacer, soledad, hastío con el confinamiento…

Yo me he encontrado personas con diabetes que se acercaban a las consultas del centro de salud que no entendían por qué no podían salir de casa. En especial esos primeros días del confinamiento. Decían que al no poder caminar incrementaban sus glucemias… Y es cierto. Pero ha habido otras personas con diabetes que entendieron que si bajaba la actividad física, era preciso ajustar las otras patas del taburete, para que éste no cojeara. Y que una persona con diabetes, sobre todo si llevaba muchos años con ella, era una persona con un alto riesgo de complicaciones asociadas a la infección por coronavirus. Y, esto es opinión mía, aunque sé que hay muchos expertos que opinan igual, creo que la forma más eficaz que teníamos para luchar contra esta pesadilla, que para muchos ha supuesto el covid-19, es el confinamiento. 

Cuando esas personas que venían a decirnos que necesitaban salir a la calle porque les subían las glucemias, les intentábamos recordar que si no se podía hacer caminatas, había que echar imaginación para hacer otros ejercicios en casa y, por supuesto, reducir la ingesta. Y si era necesario, se les ajustaba la medicación. 

Guías como ésta y otras nos han ayudado a cuidar y a cuidarnos mejor.

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Muchos saludos.

Los grandes vasos

Cuando hablamos de complicaciones macrovasculares de la diabetes, nos estamos refiriendo al daño que sufren los grandes vasos arteriales. Todas las personas inevitablemente, con la edad, vemos afectadas nuestras arterias; es lo que se conoce como arterioesclerosis. Las arterias sufren un proceso natural de envejecimiento que se caracteriza por diferentes cambios que provocan, entre otras cosas, pérdida de elasticidad y modificaciones en su diámetro. 

Aparte está  la presencia de placas ateromatosas que son placas de células y colesterol que se “pegan” a la capa interior de los vasos y producen “obstáculos” al paso de la sangre. Además, y eso es lo peligroso, esas placas se pueden soltar y viajar con la sangre, hasta una arteria cuyo calibre sea menor que el de la placa, produciéndose un tapón parcial o total al paso de la sangre. Las placas se formas sobre todo en los grandes vasos principalmente la aorta y las coronarias, carótidas, ilíacas y femorales. Este proceso no va tanto asociado con la edad sino con un proceso inflamatorio crónico en el interior de las arterias. 

Parece que en la diabetes, por diferentes motivos, este proceso inflamatorio se ve favorecido y la aparición de placas de ateroma es mayor y más precoz. Uno de los factores que influye es la presencia de cifras mantenidas de hiperglucemia por encima de objetivos. También influye la presencia de hipertensión arterial, aumento del colesterol en sangre, obesidad y el hábito de fumar. 

Dependiendo de a qué nivel se produzca el obstáculo al paso de la sangre arterial, pueden aparecer problemas en el corazón (angina de pecho, infarto e insuficiencia cardiaca), problemas en las piernas al caminar, o problemas cerebrales (ictus) 

Tanto para las personas con diabetes como para aquellos que no la presentan, la prevención es la clave en el tratamiento, siendo por tanto, objetivo primordial el adecuado control de los factores de riesgo: el colesterol y los triglicéridos, la hipertensión arterial y el tabaquismo, y adoptar cambios en el estilo de vida que reduzcan la obesidad y aumenten la actividad física. 

El mantenimiento de un control glucémico adecuado es importante también en la prevención de los problemas relacionados con esta complicación.

Como os digo otras veces, aunque no todos los factores dependen de uno mismo, hay algunos que sí. 

Llevar una dieta adecuada, hacer ejercicio, no fumar, y tomar la medicación prescrita sin hacer cambios sin hablar antes con vuestro médico. Acudir a los controles con vuestro equipo sanitario, y tomar decisiones que favorezcan vuestra salud.

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Puede parecer duro y complicado, y probablemente lo es,  pero cuando veáis que os faltan las fuerzas puede ayudaros pensar que estáis invirtiendo en calidad de vida. 

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Más complicaciones.

Estas dos semanas anteriores hemos hablado de las complicaciones agudas de la diabetes, entendiendo por agudas aquellas que se instauran con cierta rapidez y producen problemas que hay que solucionar de forma urgente.

A partir de hoy vamos a ver una serie de problemas que llamamos complicaciones crónicas de la hiperglucemia. Éstas son situaciones relacionadas con el aumento de los niveles de glucosa en sangre, aun en el caso de que no sean muy grandes, pero sí mantenidos en el tiempo. Cuanto más altos sean esos niveles de azúcar, o cuanto más tiempo se lleve con ellos, más posibilidades hay de que aparezcan estas complicaciones. También están muy relacionados con la existencia o no de otros factores como la tensión arterial elevada, el exceso de colesterol en sangre, el consumo de tabaco o el exceso de peso corporal. Su inicio es lento y pasa mucho tiempo, generalmente años, antes de que se manifiesten en diferentes síntomas. 

No siempre se puede evitar su aparición pero sí es cierto que un control glucémico adecuado la retrasa y ayuda a que la aparición de los síntomas sea más lenta. 

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Estás complicaciones crónicas generalmente se han dividido en dos grupos, las llamadas macrovasculares,  que son las que afectan a las arterias en general, produciendo enfermedad cardíaca coronaria, cerebrovascular y vascular periférica, y las microvasculares, en las que se incluyen aquellas en que están afectados los pequeños vasos del ojo ( dando lugar a la retinopatía), del riñon (nefropatía) y también la afectación de  los nervios periféricos que llevan las conducciones nerviosas entre el cerebro y las distintas partes del cuerpo y que se llama neuropatía. También se ven afectadas las encías y los dientes teniendo las personas con diabetes un mayor riesgo de padecer enfermedad periodontal, así como las células cerebrales (hay estudios que relacionan diabetes y deterioro cognitivo) y así mismo problemas en la piel.

Por ultimo, hay un problema que llamamos el pie diabético, que aparecería como consecuencia de la  afectación nerviosa y de los vasos sanguíneos, que es de gran importancia para las personas con diabetes y del que hablaremos también en su momento.

Estas llamadas complicaciones crónicas nos dan una visión de la importancia y la trascendencia del buen control.

Muchas veces, a las personas con diabetes no les preocupa estar por encima de cifras normales de glucemia pensando que “no pasa nada” porque se encuentran bien, no tienen síntomas, o a veces por miedo a una hipoglucemia prefieran mantenerse en cifras altas.

En otras ocasiones, se pierde la motivación o las ganas de cuidarse, en épocas más complicadas a diferentes niveles. Como decía arriba, cuanto más altos sean los niveles de glucosa en sangre y cuanto más tiempo se mantengan esos niveles altos más posibilidades de encontrarse por el camino con alguno de estos problemas.

Y qué se puede hacer…

Gran parte de la solución está en vuestras manos. 

Es imprescindible mantener la glucosa en las cifras adecuadas, con la alimentación adecuada, con el ejercicio y la toma de la medicación que os haya prescrito vuestro médico, acudir periódicamente a los controles que os fije vuestro equipo sanitario y no hacer cambios sin consultar, y también mantener “a raya” los otros factores de riesgo que comentábamos arriba (tensión arterial, colesterol, tabaco…).

Es un reto. 

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Cuerpos cetónicos

Hay otra complicación aguda producida por la imposibilidad de utilizar la glucosa de la sangre por las células.

Se llama cetosis y si se agrava se convierte en una situación urgente e importante llamada cetoacidosis diabética. Se puede producir tanto en personas con diabetes tipo1 como tipo2, aunque es más frecuente en las primeras.

En una persona sin diabetes, la producción de cetonas es la adaptación normal del cuerpo al ayuno. Los niveles de azúcar en sangre nunca suben demasiado, porque la producción es regulada por el equilibrio exacto de insulina, glucagón y otras hormonas (que es precisamente lo que falla en la diabetes). 

Sin embargo, en un individuo con diabetes, pueden desarrollarse niveles peligrosos y amenazantes para la vida.

Cuando no hay suficiente insulina, las células no podrán usar la glucosa como combustible e intentarán usar las grasas en su lugar. Las grasas producen como productos las cetonas o cuerpos cetónicos. Estos productos son tóxicos para el organismo si se producen y acumulan. Como no hay insulina, la demanda de energía a partir de las grasas aumenta y de forma progresiva los productos de sus metabolismo. Los niveles crecientes de cetoácidos hacen que el nivel de acidez de la sangre se altere de sus cifras adecuadas lo que es una situación de emergencia médica y exige atención médica inmediata.

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Es muy importante que alguien con diabetes tipo 1 comprenda la cetoacidosis, porque tiene el riesgo más alto de desarrollar niveles peligrosos de cetonas. Sin embargo, la cetoacidosis también puede ocurrir en alguien con diabetes tipo 2 si existe un incremento importante en la resistencia a la insulina (tal como en una infección o en un tratamiento con esteroides) o reducción en la liberación de insulina desde el páncreas.

Hay que saber identificar cuál ha sido la causa del problema. Si no se sabe que se tiene diabetes puede ser el primer síntoma, pero en diabetes ya conocida puede ser por tratamiento insuficiente o por estar mal o hacer mal el tratamiento: poca dosis de insulina o hipoglucemiantes orales insuficiente. También por una ingesta excesiva de hidratos de carbono, supresión de actividad física, estrés emocional, infecciones, pancreatitis, ictus, infartos, traumatismos graves, etc. O por la toma de fármacos con acción hiperglucemiante: corticoides u otros.

Síntomas

Los signos y síntomas de la cetoacidosis diabética suelen presentarse rápidamente, a veces dentro de las 24 horas. Como hemos dicho antes, para algunas personas, estos signos y síntomas pueden ser el primer indicio de que tienen diabetes. Ya hemos hablado de ellos pero los recordamos.

Es posible que notes lo siguiente:

Sed excesiva, necesidad de orinar a menudo, náuseas y vómitos, dolor abdominal, debilidad o fatiga, falta de aire, aliento con olor a fruta, confusión, coma…

En casos de cetosis leve e incipiente, detectada por la propia persona, el tratamiento puede llevarse a cabo de forma ambulatoria o, incluso, por la persona misma o alguien de su entorno, si disponen de los conocimientos adecuados: valorar cuál ha sido el desencadenante de la cetosis y corregirlo, ingerir abundantes líquidos y evitar el ejercicio físico hasta que la cetosis desaparezca. Las personas con diabetes, que han tenido una correcta instrucción diabetológica, son capaces de modifcar y adaptar la pauta de insulina a tal situación.

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En caso de que la cetosis no se corrija o empeore y, sobre todo, si aparecen síntomas y signos de cetoacidosis hay que trasladar a la persona afectada a un centro médico. 

En cualquier caso es fundamental: rehidratar a la persona, administrar la insulina necesaria, corregir los desajustes metabólicos, identificar los factores que han provocado la cetoacidosis diabética y tratarlos. 

Existe también la posibilidad de aparición de cetosis sin que exista hiperglucemia. Esto suele ocurrir en situaciones de ayuno prolongado, ejercicio físico excesivo, vómitos, diarreas, infecciones, etc. En estos casos, lo que se requiere es un aporte de hidratos de carbono y líquidos, y evitar el ejercicio físico hasta que desaparezca la cetosis.

Y al igual que decíamos la semana pasada las cosas que podemos hacer para evitar esta peligrosa situación son las siguientes

  • No dejar la medicación prescrita ni hacer variaciones sin hablar con el médico.
  • Intentar llevar bien la dieta controlando la ingesta de hidratos de carbono.
  • Mantenerse en “normoglucemia” según los objetivos individuales pautados con tu equipo terapéutico.
  • Detectar situaciones de riesgo para así  ayudar a prevenir la aparición de complicaciones agudas.
  • Si te haces autocontroles de glucemia incrementar éstos en situaciones de enfermedad aguda o fiebre.
  • Si se está enfermo por algún motivo estar más pendiente de los síntomas de nueva aparición.
  • Aprendiendo sobre este tema y otros relacionados con la diabetes.
  • Y por supuesto consultar con tus profesionales de referencia ante la menos duda o sospecha.

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