Método del plato

El método del plato es una forma fácil de planificar el menú de comida y cena en una persona con diabetes.  Es una manera sencilla y visual para calcular las proporciones de cada grupo de alimentos en cada comida principal.

Se desarrolla de la siguiente forma:

En un plato normal llano, de unos 23 cm de diámetro lo dividimos de forma imaginaria en cuatro partes. De esas cuatro partes dos estarán ocupadas por verdura cruda o cocida. De las otras dos cuartas partes ocuparemos una de ellas con proteínas bien carne o pescado o huevos. Se intentará que la carne sea magra, se retirará la grasa visible y la piel de las aves.  Para hacernos una idea la porción a comer será del tamaño de la palma de una mano. La última cuarta parte del plato la ocuparán los llamados farináceos (arroz, pasta, patatas, legumbres y también el pan).

Lo acompañaremos de agua y de una pieza de fruta, o como alternativa un lácteo desnatado.

Si queremos ajustar más las cantidades bien por necesidad de contar los hidratos de carbono para evitar subidas o bajadas bruscas de glucemia, en caso de tratamiento con insulina por ejemplo, o por problemas de peso, es conveniente comentárselo a nuestra/o enfermera o educadora en diabetes.

Y si queremos profundizar más en ello e incluso descargar un recetario visual con recetas inspiradas en este método os dejo aquí un enlace y otro aquí .

Y tú ¿Qué opinas? Me encantará saberlo. Escríbelo más abajo o en hablamosdediabetestipo2@gmail.com.

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Grasas

Las grasas es el tercer gran grupo de macronutrientes. Son una reserva de energía, de hecho son más del doble de calóricas que las proteínas y los hidratos. Se caracterizan por su capacidad saciante y la lentitud de su digestión. Muchas vitaminas van disueltas en las grasas. También participan en la formación de hormonas y forman parte de la membrana celular. Aportan lo que se denomina ácidos grasos esenciales (linoleico y linolénico) que es preciso suplementarlos porque el organismo no los puede sintetizar.

Deben sus características a los tipos de ácidos grasos que lleven en su composición. En general los aceites están compuestos por ácidos grasos insaturados, que les permiten ser líquidos a temperatura ambiente. Son de origen vegetal. Los ácidos grasos saturados forman grasas sólidas a temperatura ambiente, y son generalmente de origen animal, aunque alguna excepción como el aceite de coco que aunque es de origen vegetal su composición es de un 90% de ácidos grasos saturados.

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Como decía arriba las grasas tiene diferentes e importantes funciones en el organismo, entonces ¿porque tienen tan mala fama?

Hay dos temas acerca de los que hay que hablar cuando nos referimos a las grasas. Uno es su alto contenido calórico. Para que os hagáis a la idea, una botella de aceite tiene ella solita 9000 calorías. Asombroso, ¿verdad? Es por eso que siempre se insiste en cuidar las cantidades de grasas en la dieta, para controlar su poder energético. Aunque hay que matizar un poco esta afirmación. No hay que pensar en las grasas como un nutriente peligroso o a eliminar. Deben formar parte de una alimentación equilibrada, pero atendiendo más al tipo de grasa que se ingiere que a su cantidad total.

Según la Organización Mundial de la Salud, la distribución porcentual de los macronutrientes en la dieta equilibrada es la siguiente:

50-55 % de carbohidratos.
30-35 % de grasas (15-20 % monoinsaturadas, fundamentalmente aceite de oliva).
10-15 % de proteínas.

Las personas con diabetes deben mantener la proporción de hidratos de carbono en el 50% y la de proteína en el 15%.

El otro tema es el relacionado con el colesterol. Las grasas vegetales no tienen colesterol o en menor cantidad que las grasas de origen animal, aunque el aceite de coco y el de palma por su altísimo contenido en acidos grasos saturados son ricos en colesterol. También la manteca, el tocino, las vísceras, los embutidos… Y por supuesto toda la comida procesada por el uso industrial del aceite de palma.

Es por esto que se recomiendan los aceites vegetales en el uso diario. El de girasol, el de maíz y por supuesto el aceite de oliva. Ninguno de ellos tiene colesterol, pero el aceite de oliva tiene mayor cantidad de vitaminas y ácidos grasos de tipo «omega». Relacionado con este punto está el tema de las grasas «trans». Son aceites que se les somete a un proceso que les solidifica (y así aparecen las margarinas). En general son consideradas como no saludables y diversas sociedades científicas, como por ejemplo la Asociación Americana de Diabetes (ADA) las clasifica como poco adecuadas, por su capacidad para aumentar el colesterol y sus efectos negativos sobre el sistema cardiovascular.

¡Así que lo mejor será usar ese aceite de oliva tan rico y tan nuestro!

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